23 de septiembre de 2014

La farsa de Antonio López. El Club Express, por Antonio García Villarán.


Querido Dome, (perdona que no te llame Domenico Theotocopoulos “El Greco”, que es muy largo y se me traba la lengua al pronunciarlo); seguro que, como yo, estarás extrañado de la noticia que acaba de saltar a los medios de comunicación. Parece ser que el ilustre pintor español Antonio López, después de 20 años, no acaba de terminar el retrato de la Familia Real encargado por Patrimonio Nacional. ¿Patrimonio Nacional? ¿Qué significa esto? ¿Que la obra pertenece a todos los españoles?

Desde que Víctor Erice, robándole vilmente el proyecto a Luis Eduardo Aute (revisen hemerotecas), decidiese junto al pintor Antonio López convertir un proyecto para televisión en una interminablemente tediosa película que a mí me gusta llamar Una lección de cómo no se debe pintar, se han sucedido premios y distinciones hacia este artista. El rey de la fotocopia recibió el premio Príncipe de Asturias, además del Premio Velázquez 2006 también dado por el Principe, ahora Rey de España. ¿No se han preguntado ustedes, querido público, qué significa tanto premio a esta estética y manera de hacer arte? Yo se lo cuento. Una vez más nos toman por tontos. Una vez más nos quieren mantener la boca cerrada alabando algo que no tiene sentido plástico, ni mucho menos calidad artística, con el argumento de “cuanto se parecen, igual que la foto”. ¿Acaso el arte no es emoción? ¿Donde está el desgarro, la sutileza, la caricia o la pasión de las pinceladas de Antonio López? Tú lo sabes bien, Dome, que aunque te encarguen realizar la imagen de algo tan lúgubre como es El Entierro del Conde Orgaz, supiste impregnar de vida cada una de tus pinceladas, al igual que lo hiciste con la mirada de tantos santos que parecían estar salpicados de luz divina con tan solo un golpe blanco y luminoso de tu pincel.

Llaman a Antonio López “El Maestro Español del Realismo”. Pero, ¿qué es el realismo? ¿Acaso la imagen fotográfica de una calle de la capital? ¿O la impronta de un membrillo? No haremos metáforas con esta figura, por mucho que me tienten las teclas, el membrillo y Antonio… Cuanta ternura. Yo encuentro más realidad en un retrato de Saura, o en una acuarela de Zobel. Y no es verdad lo que asegura López cuando dice que “una obra nunca se acaba, sino que se llega al límite de las propias posibilidades”. Lo que ocurre es que hay que saber parar. Hay que intuir cuando no se ha de tocar más el cuadro, y esto es de primero de Bellas Artes. ¿O acaso tiene Sorolla que terminar sus niños en la playa? ¿O Goya sus pinturas negras? ¿No crees que si lo tocasen más lo estropearían? Pues eso mismo digo yo.

 Y aunque su obra Madrid desde Torres Blancas alcanzó en una subasta de Christie’s de Londres el precio de 1.918.000€, la mayor cantidad pagada hasta ese momento por una obra de un artista español vivo, no es sinónimo de que fuese de buena calidad. Ni ese ni tantos otros cuadros suyos. El mercado del arte es una cosa y el Arte es otra muy distinta. ¿Acaso duda alguien de la calidad de un cuadro de Van Gogh? ¿O de la obra El mar de hielo de Friedrich? Hay fuentes que aseguran que el loco del pelo rojo no vendió ninguna de sus obras en vida, y Caspar David tampoco consiguió que ningún coleccionista ni amante del arte le diese un centavo por esa magistral sinfonía de hielo.
En otras impagables declaraciones de Antonio López, con las que pretende dar más valor aún a su cuadro, nos dice que “en este caso del retrato de la Familia Real ha sido extrema la tardanza, pero no me va a importar. Yo trabajo así. ¿Quién ha pintado una Familia Real? Es como escribir Guerra y paz. El sentido de este retrato es conseguir un buen trabajo y es muy difícil hacerlo”. Como si el tiempo justificase la calidad. Prueben a poner a pintar durante 20 años a un chimpancé un retrato de la familia real, día tras día. ¡Se ha llevado 20 años pintándolo! ¡Es extraordinario! Deberían decir los medios. Aunque no creo que esto ocurra.

Estimado Dome, lo que pasa es que tú sí que sabías pintar. Y te diré más, aún soportando la temática del tiempo en el que tocó vivir y por mucho que hayan intentado silenciarte durante siglos, tú entendías que un gesto era algo más que la representación formal de un rostro, que una composición de personajes en un cuadro era algo más que colocar sin ritmo ni concierto a 5 personas de pie mirando al frente; que algo tiene que ocurrirte dentro cuando ves un cuadro para llamarlo obra de arte. Y no me tiembla el pulso al decir que este señor es una farsa. Un equilibrista aferrado a la baranda del poder clasicista que vive como dios y se ríe, como lo hace en el cuadro de Velázquez El bufón Calabacillas, mientras muchos artistas de verdad siguen trabajando con pasión en su obra.

Fuente: El Club Express

1 comentario:

Francisco J. Hernández dijo...

No estoy de acuerdo en absoluto con tus argumentaciones. Yo creo que desde dentro del arte, nadie, y digo nadie, puede juzgar, valorar, lo que es arte o no. Es muy arriesgado afirmar que Antonio Lopez es una farsa, porque si fuera así, y el único arte verdadero es el que tu consideras que si lo es, de pronto, habríamos desaparecido de la faz de "tu" tierra artística, muchos, muchas, que no pretender hacer arte, sino simplemente atrapar momentos, belleza ?, antibelleza ?, .. en un lienzo. Creo que se nos va el tiempo y la fuerza por la boca, y creo que deberíamos pintar y respetar. Gracias y Un Cordial Saludo