5 de junio de 2008

Accionismo vienés, de Piedad Soláns, Editorial Nerea, Colección Arte hoy


Este es un fragmento del magnífico libro que recomendamos desde CREA. Muchas de las performances que se havcen hoy beben de estas ideas, aunque la mayoría no sean tan comprometidas ni tengan tanto fondo como las que realizaban los Accionístas Vieneses.
“Sacrificar el cuerpo, redimir la mente y el espíritu. La estética del martirio y de la redención se extiende en los años setenta por Europa y América, precedida por el accionismo vienés. En 1971, en el Instituto de Arte Contemporáneo de Londres, el performer inglés Stuart Brisley se revuelca desnudo y ayuna sobre una mesa llena de basuras, detritus y alimentos podridos. Es Crawling for food (Arrastrándose entre la comida). La piel se mezcla con lo putrefacto. Lo nutritivo con la descomposición: Frente a la opulencia de comida del mundo capitalista, Brisley ayuna entre materias hediondas, descompuestas. El hambre se une con la náusea. Después, permanece durante varios días dentro de una bañera llena de sangre, bofes y vísceras de animales muertos. Sterlac se hace coser párpados y labios o cuelga suspendido de hilos enganchados en su carne. Gina Pane revienta y tritura cristales en la boca, traga carne podrida o trepa con los pies desnudos sobre una escalera de barras cortantes. En 1974, Chris Burden es herido en una performance por el disparo de un espectador, hace explotar dos cables eléctricos en su pecho, se crucifica en el Volkswagen; los clavos fijan la carne a la chapa de metal. En el mismo año, Marina Abramovic realiza una performance titulada Rythm 0 en la Studio Mona Gallery de Nápoles; setenta y dos objetos diferentes fueron colocados sobre una mesa: un cuchillo, una rosa, una pistola, ropa, pintura, una cuchilla de afeitar …, para ser utilizados por el público asistente. En estado de profunda pasividad, Abramovic ofrecía sin resistencia su cuerpo al deseo sin límite del espectador. Pintada, manchada, rajada, herida, besada, torturada hasta la sangre, la acción terminó con la intervención de los organizadores cuando uno de los asistentes puso la pistola en la mano de la artista, llevándola hacia su cabeza y apretándosela en la sien hasta producirle un hematoma. En el delirio sacrificial, el cuerpo de Abramovic no estaba lejos de la imagen del cristo escarnecido.”
Fragmento de “Accionismo vienés”, de Piedad Soláns (Editorial Nerea, colección Arte hoy)

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